viernes, 11 de abril de 2008

El Centurión no tiene quien le escriba, parte I: De Bello Gallico

"Grita '¡Devastación!', y suelta a los perros de la guerra"
(William Shakespeare, Julio César, III, I)

"La Galia está dividida en tres partes: una que habitan los belgas, otra los aquitanos, la tercera los que en su lengua se llaman celtas y en la nuestra galos. Todos estos se diferencian entre sí en lenguaje, costumbres y leyes. A los galos separa de los aquitanos el río Carona, de los belgas el Marne y Sena. Los más valientes de todos son los belgas, porque viven muy remotos del fausto y delicadeza de nuestra provincia; y rarísima vez llegan allá los mercaderes con cosas a propósito para enflaquecer los bríos; y por estar vecinos a los germanos, que moran a la otra parte del Rin, con quienes traen continua guerra. Ésta es también la causa porque los helvecios se aventajan en valor a los otros galos, pues casi todos los días vienen a las manos con los germanos, ya cubriendo sus propias fronteras, ya invadiendo las ajenas. La parte que hemos dicho ocupan los galos comienza del río Ródano, confina con el Carona, el Océano y el país de los belgas; por el de los secuanos y helvecios toca en el Rin, inclinándose al Norte. Los belgas toman su principio de los últimos límites de la Galia, dilatándose hasta el Bajo Rin, mirando al Septentrión y al Oriente. La Aquitania entre Poniente y Norte por el río Carona se extiende hasta los montes Pirineos, y aquella parte del Océano que baña a España."

(Julio César, De Bello Gallico)

Flavio Julio, hijo de una familia patricia, y líder de la misma, nunca imaginaría los acontecimientos que desencadenaría su venganza ante la afrenta cometida hacia su abuelo (los galos le sacaron los ojos), ni el poder que adquiriría su familia tras su muerte.

La imaginación no era un rasgo muy destacado en la familia de los Julios. Y Flavio Julio no era una lumbrera, ni nadie se lo pedía.

Baste decir que el Senado lo empujó durante cada una de las acciones importantes de su vida, hacia su heróico final.
Corría el verano de 271 a.C., cerca de la frontera, y el Senado Romano encargó a Flavio la misión de tomar Segesta, un enclave fronterizo, si bien no galo, simpatizante. Antes de que hubiese terminado el verano, Segesta había caído y el Senado recompensó a Flavio con 5.000 denarios.

Pronto fue enviado a resolver más conflictos a los senadores y, tras pintar la casa del Edil, desmbozar las tuberías de la hacienda de verano de la madre del cuestor, arrebatar Sardinia a los cartagineses y ayudar a la madre del Cónsul a lavarse (para lo cual tuvo que destinar un regimiento entero de hastati en su finca), le encargaron la misión de tomar Narbona, a lo cual accedió encantado, arrió las velas, y partió hacia el norte, empujado por los Hados, a encontrarse con su destino en las Galias.

No había atracado el barco en el puerto, ni se había secado la señora madre del Cónsul, cuando un enorme ejército galo cruzó las froteras romanas, y asedió Arretio, donde residía la mayor parte de la familia Julia, dando comienzo a la Guerra de las Galias.

Para evitar que Flavio Julio tuviese que dar media vuelta, la guarnición de Segesta y la de Arimino se unieron, bajo el mando de Lucio Julio, heredero, para liberar a Vibio Julio del cerco.

Mientras Lucio reunía a sus huestes, Flavio marchó con un gran ejército sobre Narbona, tomando Narbo Martius.

En verano de ese mismo año, Lucio atacó a los galos que sitiaban Arretio, ayudado por la guarnición de la ciudad y Vibio, derrotándolos a todos. El combate fue encarnizado, y Lucio cayó en medio de la batalla, pasando su título de heredero a Vibio, quien organizó una expedición de castigo, tomando Patavio (pues temían que la familia de los Brutos se les adelantara) y, poco después, Mediolano.

Pasó un año, y Flavio, que había partido poco después de asentarse en Narbona, con su ejército (un tanto diezmado con la finalidad de dejar guarnición en la recién conquistada provincia), cruzó el Ródano y se dirigió a la Galia Transalpina, donde se encontraba la colonia griega de Masalia, reciéntemente caída en desgrItalicacia bajo el poder de los galos de la comarca.

En verano del 261 a.C., Flavio Julio, líder de los Julios, se enfrentó a los galos a las afueras de Masalia, y a pesar de ser superado en número, supo organizar a sus tropasde tal manera que venciesen la batalla, si bien murió durante una carga de caballería. Tomaron Masalia, y se acuartelaron para pasar el invierno galo, en espera de los muy necesarios refuerzos procedentes de Italia.

Vibio, ahora nuevo líder de la familia, reunió un poderoso ejército de hastati, vélites y équites para continuar la obra de su predecesor y, tras unírsele varias tribus locales, decidió cruzar los Alpes para dar una lección a los galos.

Tras liberar Masalia de su sitio, fue al norte, donde tomó Lugdunensis, y desde donde se preparó para avanzar hacia Alesia, la capital del reino. Mientras, en Narbona, un gran ejército de galos había cruzado los Pirineos, sin atacar, afortunádamente, ninguna ciudad romana.

Vibio abandonó el intento de tomar la capital, y se dirigió hacia Aquitania, donde sostuvo largas confrontaciones. El clímax de éstas llegó a finales del invierno del 253 a.C., cuando se enfrentó a dos ejércitos superiores a él en número, y los venció límpiamente, mas el segundo le hizo mella, pues fue traicionado por un miembro de su séquito que reveló información a los celtas, siendo oportúnamente castigado. Estas dos batallas le valieron el reconocimiento de los senadores y del pueblo, y el apodo de El Poderoso.

Sin embargo, y por culpa de la traición sufrida, tuvo que pedir ayuda, y ésta llegó de la mano de Marco Julio, quien organizó un gran ejército para tomar Alesia. Cuando estaba ya cerca de la ciudad, Vibio cogió a unos cuantos de sus hombres más leales, y se los llevó a Bretaña, a Condate de los Redones, donde les dio asedio al mismo tiempo que Marco asediaba la capital.

La Galia había sido conquistada, y sin embargo los belgas, por mantenerse fuera del conflicto no sufrieron daño alguno, y se preparó una expedición para tomar Numancia, último reducto de los galos, en Hispania. La expedición estaba compuesta por las tropas noveles de Marco, capitaneadas por Vibio El Poderoso.

Cruzaron los Pirineos poco después de que aquel ejército galo inmenso, que ya había cruzado la cordillera, la volviese a cruzar, vagando líbremente hasta amenazar Lugdunensis. Mas no por mucho tiempo, ya que el espacio entre el Sistema Central y el Ródano es estrecho, y bastó que un capitán de gran valía, anónimo hasta entonces, construyese una fortificación tras las líneas galas, quedando entre la fortificación y la ciudad.

En Hispania, Vibio se adentró en tierras desconocidas, y tomó mercenarios hispanos y honderos baleares. En invierno de 244 a.C. llegó a Numancia, el último reducto galo, y la cercó.

En verano del año siguiente, con el otoño a poco llegar, Vibio atacó la ciudad, y no fue muerto de casualidad, pues fue derribado del caballo y sus hombres tuvieron que llevarlo fuera del campo, pues los galos luchaban valiéntemente y a la desesperada.

Finalmente, pero, la ciudad cayó.

Aquí concluye la Guerra de las Galias (según mi experiencia en Rome Total War)

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